Por Juan Antonio Alonso Velarde

Qué manía tiene el PSOE con eso de desenterrar y desempolvar el pasado! Zapatero se ha convertido en el friki antifranquista más ácido del Ejecutivo monclovita y parece resistirse a dejar su mandato sin poder cumplir una de sus fantasías políticas, la de fulminar por entero cualquier resquicio del Generalísimo. Se ha cargado nombres de calles de personajes que estuvieron del lado de Franco,

estatuas ecuestres retiradas para mayor gloria de Santiago Carrillo, apertura de tumbas a diestro y siniestro, mangoneo atroz en el Valle de los Caídos, con daños a una pieza escultural del valor de La Piedad de Juan de Ávalos, cierre de la cripta, cercenar la posibilidad de celebrar misas y ahora quiere sacar de allí los restos, que se exhumen para comprobar vaya usted a saber el qué. Lo que pasa es que la comisión de expertos nombrada al efecto no ve claro eso de jeringar en el panteón, al menos hasta después de las elecciones.

De todas maneras, en cierta manera, comentaba en una tertulia en Radio Inter, en el programa A fondo, con Enrique de Diego, que esta manía del PSOE de revolver en el pasado tenía su cierta lógica. El socialismo que tenemos en España está siempre mirando hacia atrás y no sólo en lo que toca a casas ajenas, sino a las propias. Están paseando como auténticos santos de estampita a Felipe González, a Alfonso Guerra, a Peces-Barba. A este paso, llegarán Vera, Barrionuevo, Corcuera, Planchuelo y Sancristóbal, es decir, a todo el GAL, con el añadido de que todo este pasado viene comandado por Alfredo Pérez Rubalcaba, otra vieja gloria, el portavoz de la época más negra del felipismo y el responsable de Interior cuando se produjo el infame chivatazo del Bar Faisán.

Con todos estos ingredientes, no me extraña que los populares estén ahítos de entusiasmo, pletóricos y rebosantes de felicidad. Es verdad, cada vez que sale Rubalcaba, se encarece el pan electoral para los de la calle Ferraz, pero eso precisamente es lo que da tristeza en el electorado, que vamos a votar no a favor de…sino en contra de…y encima en muchos casos con la pinza en la nariz. Sabemos que el PSOE no es hoy por hoy la solución de nada, sino el problema de todo. La incógnita que hay que despejar es saber qué se propone hacer el PP cuando llegue al poder, cuáles serán las líneas de actuación, qué recortes planeará y cómo los ejecutará.

Al final, paradojas de la vida, Franco va a estar presente en cierta medida en el hundimiento electoral de los socialistas. Y es que al PSOE le ha salido carísima toda la catatonia de la Memoria Histórica, máxime en tiempos de crisis donde igual no había ni una triste ayuda para dar de comer al pobre de la esquina, pero sí para gastar cientos de miles de euros en la búsqueda de la tumba de García Lorca, que encima ni han encontrado y sólo ha servido para molestar el sueño de los justos de muchas personas anónimas que sólo pretendían seguir criando malvas. Zapatero, claro está, olvidó esa máxima que para atrás, ni para coger impulso. Lo que sucede es que la factura la pagan los que le suceden, en doble vertiente, los suyos, porque pasarán por un largo desierto opositor y los otros, los que ganen las elecciones, porque recomponer la economía va a ser una labor entre anatómica y arqueológica.

Fuente:

http://gomeraverde.es/not/19661/arqueologia_socialista/

Categorías: Noticias

2 commentarios

alonso c · 15 octubre, 2011 a las 19:12

Texto completo que quería remitir

Yo no me fio de lo que pueda pasar antes y después de las elecciones. Por eso no bajaré la guardia ni antes ni después, lo mismo que supongo harán todos los que estamos de buena fe en este foro.

Hay un lúcido libro escrito por el Comisario de Policía y Licenciado en Derecho, Don Francisco Paradela Castro, con el Dep. Legal: C-645-2003-I.S.B.N.: 84-607-7872-X, en el que en la pág. 50 se puede leer lo siguiente en referencia a, «EL COMPLEJO PROGRESISTA DEL P.P.» <>.

¿Saben con quien estaba este señor la noche que cobardemente retiraron la estatua ecuestre del Caudillo de los Nuevos Ministerios? Pueden ir a Paracuellos y quizás allí les darán razón.

Ojo con los que con la derecha te dan la mano, y con la izquierda al mismo tiempo buscan el puñal para clavartelo en la espalda.

Guripa · 14 octubre, 2011 a las 16:47

A propósito de que ZoteParo no ha podido fulminar por entero cualquier resquicio del Generalísimo:

«Se ha escrito mucho sobre Franco. Para ensalzarle y para rebajarle. Dentro de España se estilaba ensalzarle cuando estaba en el poder, a todo lo largo de su vida. Fuera de España se puso de moda rebajarle, tras la II Guerra Mundial, hasta niveles irracionales. Muerto el General, el número de los maledicentes ha aumentado en España y se mantiene en el exterior. No es rara la diversidad de opiniones sobre hombres importantes. Creo, incluso, que lo que caracteriza a la verdadera calidad de un personaje histórico, a su categoría, es precisamente la diversidad apasionada de opiniones acerca del mismo.

Hace poco, en un periódico he leído un juicio crítico del General acerca de sí mismo, que me parece sumamente adecuado. Cuenta el General Vernon Walters, del Ejército de los Estados Unidos, que su Presidente le encargó preguntar a nuestro General qué pasaría, cuando él -Franco- se muriera. ¿Quedaría todo igual? ¿Qué cree que cambiaría? ¿Quedaba un Ejército poderoso para mantener la situación? Muchas cosas cambiarían: «España irá lejos en el camino que desean ustedes, democracia, pornografía, drogas y qué sé yo. Habrá grandes locuras pero ninguna de ellas será fatal para España… porque yo voy a dejar algo que no encontré al asumir el gobierno de este país, hace cuarenta años: la clase media española. Diga a su Presidente que confíe en el buen sentido del pueblo español, no habrá otra guerra civil».

Efectivamente, éste es el gran triunfo de Franco y de su gran equipo, de sus curas, de sus militares, de sus falangistas, de sus requetés, de sus miles de asesinados por creer en Jesucristo, de los pobres, que eran mayoría y se unieron a él, porque estaban hartos de las izquierdas exigentes con la estaca levantada y de las derechas que predicaban la paciencia. Pero quizá, sobre todo, de su clase media, que podría sacudirse la miseria de los pueblos y emprender otros caminos vedados hasta entonces, caminos de verdadera libertad.

Porque lo difícil no es soñar con lo que se quiere, con crear esa inmensa clase media, sino poner los medios para que el sueño se haga posible. Hacer, primero, que todos coman; hacer que muchos aprendan a trabajar con provecho; y, finalmente, que los más valiosos, los mejores, ocupen los puestos directivos, sin enjuagues, con justicia. Y él, don Francisco Franco, supo crear todo esto y ponerlo en marcha.

Porque él supo crear, primero, con la generosa ayuda de muchos de los que iban con él, lo que llamó «Auxilio Social», que era pan para los pobres, y mantuvo, como Dios le dio a entender, un precio razonable para los artículos de consumo obligado, de forma que fueran asequibles para los desheredados de la fortuna. Y todo ello, a pesar de la prohibición británica de utilizar nuestros puertos con regularidad, a lo largo de la II Guerra Mundial.

Y, algo más adelante, con prisas, creó las Escuelas de Trabajo, en las que se enseñaban las técnicas de variados oficios y que cristalizaron en la Formación Profesional, en la que se practicaba con el mejor material docente -sierras eléctricas, tornos, fresadoras- para obtener obreros de primera categoría.

Y, más tarde aún, cuando se pudo, en las Universidades Laborales, donde los hijos de los obreros manuales y de los campesinos sin tierra se podían convertir, si estudiaban, si valían, en ingenieros y en peritos.

Y además de esto, ofreció casas baratas. Hizo y miles en Madrid, en Barcelona, en Sevilla, a precio muy asequible, y la gente desposeída por la guerra se fue colocando. Los dueños de casas de alquiler no están nada conformes; pero ser casero suponía también otras conveniencias que la paz franquista facilitaba. Y así se fueron haciendo con casa más gente en España que en ninguno de los otros países europeos. Parece mentira, pero es verdad. Todavía sigue siéndolo, después de 25 años transcurridos desde su muerte.

Y se inventó lo del turismo y nos llenó España de guiris, sobre todo en las playas y, en especial, en Levante y en las Islas. ¿Suerte? No. Ideas claras de sus fieles, dirigidas por él. Como en Auxilio Social o en la Formación Profesional. Como en que cada español fuera dueño de la casa en que vive.

Y, por no alargar, lo de los coches de gasolina. Antes de la guerra, de nuestra guerra, tener coche era ser rico. Después de mediado el siglo empezaron las carreteras españolas a verse surcadas por los modestos «Cuatro Cuatro» y «Seiscientos», fabricados en España. Y en una decena de años, el coche, modesto, pero capaz de ir a cualquier capital en pocas horas, era del dominio de la mayoría de los componentes de la abundante clase media española.

Pero todo esto, que debería haber sido hecho antes, se hizo, precisamente, cuando Franco fue nombrado Jefe del Estado y a lo largo de todo su mandato. Y venciendo tres pruebas de hierro que le fueron impuestas, tres problemas graves.

El primero fue que Franco ganó una guerra contra el comunismo y la masonería, juntos, en los años treinta, cuando ambos estaban de moda.

Por entonces resultó que el fascismo italiano1 y el nacional socialismo alemán ayudaron al Alzamiento, mientras que el comunismo ruso ayudó a sus adversarios, y los masones de varios países (en especial de Francia, de Inglaterra y de los Estados Unidos) se limitaron a favorecer a éstos.

Acabada nuestra guerra, los que ayudaron a Franco se enfrentaron a los que habían ayudado a sus enemigos. Y aquí aparece el segundo problema grave resuelto. El Ejército alemán venció a los aliados en la campaña de Francia, ocupó este país y llegó a nuestros Pirineos. Hubo entonces indicios claros del deseo alemán de atravesar nuestra frontera y llegar a Gibraltar. El peligro fue grave, pero Franco supo sortearlo. Mandó una División a combatir contra los rusos y lo hizo bien, y los poderosos alemanes no se atrevieron a cruzar España para ir a Gibraltar.

El tercer gran problema se produjo cuando acabó la II Guerra Mundial. Hubo entonces intentos comunistas de invadir España, pero sólo lograron introducir algunas partidas de guerrilleros que fueron obligadas a retirarse vencidas.

Y tras la tempestad llegó la calma. Y la calma fue que, en los años cincuenta, los poderosos Estados Unidos se dieron cuenta de que el comunismo ruso era un peligroso aliado, un posible enemigo. Y establecieron buenas relaciones con España, llegaron a un acuerdo con el mismísimo Franco y nos echaron una mano, en lo económico, que nos vino bien, y a ellos, quizá, mejor. Fue un respiro ver por Madrid a sus presidentes, y montar en sus «jeeps», en sus «M 47″, navegar en sus buques y volar en sus aviones. Y, con ellos de amigos, Franco no tuvo que cambiar nada de su sistema de gobierno, seguimos siendo nacional sindicalistas, con nuestros falangistas y nuestros requetés y nuestro clero y nuestra creciente clase media.

Y, como prueba de la calma, una victoria en Ifni y en el Sáhara. Los americanos no nos dejaron llevar el armamento que nos habían vendido o prestado; pero no hizo falta. Nuestra enseñanza militar había logrado crear una larga serie de oficiales que, unidos a los jefes que vencieron en la guerra del treinta y seis, supieron vencer en los dos conflictos coloniales de entonces. «Rara avis», porque los poderosos ejércitos de Francia e Inglaterra no habían tenido éxito y la formidable fuerza americana tuvo que dejar el Vietnam con prisa. Nuestro don Francisco ganó sus crisis coloniales cuando otros, más poderosos, perdieron las suyas.

En los años sesenta yo estuve allí, en paz, en el Guelta, en Mahbes Escaiquima, en Cabo Bojador… Y me hice amigo de familias saharauis y comí en sus jaimas y pensé con ellos en su independencia. ¿Por qué no?

Y, «vencida de la edad», como diría nuestro Quevedo, sintió su espada el buen General español, y murió de dolor de que un mal Gobierno español abandonara el Sáhara a Marruecos. Porque él había dispuesto lo necesario para que, en los setenta, el Sáhara pudiera ser defendido.

Y, como le dijo mi General a Vernon Walters, España se salvaría de otra guerra civil gracias a la clase media que había contribuido a crear.

Lo que ya no estaba en sus manos era impedir otras circunstancias ni otras influencias. Lo había temido: «España irá lejos en el camino que desean ustedes, democracia, pornografía, drogas y qué se yo».

Y aquí estamos, en la España de hoy, con mejores coches, con partidos… pero con pornografía, con drogas y un «qué se yo» que nos llena de amargura, a la vista de los rebaños de pobres mujeres en arriendo, de jóvenes destrozados por la droga, de intentos de rompernos la nación española, de asesinatos cobardes, de coacciones de grupúsculos enanos.

Y, con todo ello, parece que ya estamos palpando una de «las grandes locuras…» de que habló nuestro viejo Jefe del Estado… Pero, «gracias a la clase media española -como dijo él mismo- no habrá otra guerra civil». La Historia le da la razón.»

Rafael Casas de la Vega
Nº 105 de Razón Española

La gran herencia que nos dejó el Generalísimo, la clase media, esa que el PSOE se ha esforzado en intentar proletarizar, volviendo a épocas pasadas, es la que les va a echar a patadas del poder el 20-N, en el 36 aniversario de su fallecimiento. También fue en el 36 cuando empezó de nuevo a amanecer en España. ¡Qué cosas!

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